Nimio De Anquín (1896 - 1979) y el nacionalismo sudcentroamericano

"El
nacionalismo es la concepción política que propicia el encaminamiento de la
nación a la consecución del Bien Común por el orden y la unidad, religados en
la autoridad" (ANQUÍN, 1972).
Dr. Gonzalo Pedano[i]
El presente artículo continúa abordando la relación entre peronismo y filosofía a partir del análisis del pensamiento del filósofo argentino Nimio de Anquín. En especial rescata a partir del texto "Mito y política" -escrito en 1955- su visión del Estado y del nacionalismo, la defensa de nuestro propio ser "sudcentroamericano", la construcción de una comunidad "orgánica" y "antimítica", la crítica a la democracia liberal y al totalitarismo comunista, la puja por el abandono de nuestra "conciencia desdichada servil" y el compromiso con una autoafirmación soberana de la "conciencia dichosa".
¿Pensador nacional o fascista?
Ya en 1995 el propio Fermín Chavez ubicó a Nimio de Anquín entre las figuras del pensamiento nacional, en su artículo titulado "Actualidad de Nimio de Anquín" publicado en "Hechos e Ideas" (1995) y realizó una defensa de la obra de este filósofo a quien admiró como su maestro -"el mayor de los filósofos de raíz tomista"- y a quien conoció allá por 1958, cuando el cordobés brindó un curso sobre la filosofía de Hegel en el Convento de San Pedro González Telmo: "tuve la clara sensación de que me había topado con el Saber", sostuvo Chávez. Sin dejar de rescatar también la ponderación que Anquín hizo del peronismo:
"Perón cumplió su misión cuando creó en el hombre argentino la autoconciencia, cuando lo dignificó al sacarlo de la abyección moral, política y social en que lo tendía hundido la oligarquía, cuyo último manotón fue la siniestra y vil revolución libertadora" (citado en CHÁVEZ, 1995, 164).
Pero han sido las publicaciones del Instituto "Leopoldo Lugones" de la provincia de Santa Fe, en especial bajo la coordinación del profesor Máximo Chaparro, las que han permitido difundir los aspectos más políticos del pensamiento del filósofo cordobés y su desafío de pensar la Patria, reunidos en la obra "Escritos Políticos" (1972) que analizamos en el presente trabajo.
Sin duda el abordaje del pensamiento político del filósofo cordobés, incluso diría rescate, dista de lo que se considera hoy políticamente "correcto". Fundamentalmente porque, como se lamentaba el propio Fermín Chávez, nunca se le perdonó su activa participación en el Partido Fascista Argentino (CHÁVEZ, 1995). De hecho, el propio Hernández Arregui (2004), remarcó el nazismo y el fascismo propio y característico de toda una generación de nacionalistas argentinos de la década del '30, entre la que ubicó a Nimio de Anquín, aún cuando destacó también que este fascismo "no fue enteramente negativo":
"Íntimamente ligado a la posición frente a Yrigoyen está el fascismo de la generación nacionalista de 1930. También este fascismo se muestra, con diversos matices -desde Nimio de Anquín, que hablaba del 'gran Hitler', hasta determinados sectores de la oligarquía liberal [...]-, atento a los altibajos de la Segunda Guerra Mundial. El nacionalismo fue nazi. Este nazismo, empero, no fue enteramente negativo, en tanto en una de sus raíces, a pesar de las ideologías en lucha en el mundo, se troquelaba con la neutralidad argentina como tradición histórica, y, además, resistía al imperialismo británico. La mayoría de los nacionalistas veían en el fascismo la única salida contra el liberalismo y el muro de contención contra el comunismo" (HERÁNDEZ ARREGUI, 2004, 190).
Digamos entonces que, de seguir esta caracterización elaborada por Hernández Arregui, el pensamiento político de Anquín -antes de la emergencia del peronismo- fue abiertamente "nazi". La veracidad de la afirmación estaría fundada en la participación política del filósofo en el período.
Sin embargo, consideramos pertinente indagar por el impacto que tuvo la emergencia y el derrocamiento de los primeros gobiernos peronistas en el pensamiento de Anquín, realizando una re-lectura de algunos escritos que nos permiten delimitar los contornos de la filosofía política del pensador cordobés, a la vez que revisar y problematizar esta primera caracterización realizada por Hernández Arregui (2004).
A diferencia de lo sucedido con Carlos Astrada, Arregui no introduce modificaciones sobre la caracterización de Nimio de Anquín en las sucesivas ediciones de la obra "La formación de la conciencia nacional" (2004), publicada por primera en vez en 1960, que continúa a grandes rasgos con lo sostenido ya en "Imperialismo y cultura" (2005), publicada por primera vez en 1957.
Recientemente, en el marco de su visita a nuestro país, el filósofo ruso Dugin (2019), realizó una ponderación de Anquín rescatando su importancia para el desarrollo de un "logos argentino", expresión de una auténtica "metafísica de la Cruz del Sur", remarcando su esfuerzo por impulsar una visión americana del Ser, así como la defensa abierta de la "Tercera Posición" propia del peronismo. Este abordaje es un antecedente introductorio relevante para el intento de pensar las relaciones entre el pensamiento de Anquín y el primer peronismo.
"En la esfera de la filosofía política Nimio de Anquín adhirió a la 'Tercera Posición', negando firmemente, en primer lugar el liberalismo (dado que para él la democracia liberal no era, en modo alguno, una democracia), pero también en el marxismo ateo y materialista, reconociendo, sin embargo, el valor de la ideología de la izquierda hegeliana, a la que él llamaba 'comunismo hegeliano'. De allí proviene su natural simpatía hacia Juan Domingo Perón y el peronismo [...]" (DUGIN, 2019, 74).
Esta posición fue expresada y desarrollada detenidamente por Anquín en su ensayo Mito y política (1955), cuyos aspectos fundamentales analizamos en el presente artículo.
Nimio de Anquín y Carlos Astrada: la metafísica mediterránea
En una nota a pie de página de su obra "Los profetas del odio y la yapa" (2008), Arturo Jauretche sostuvo:
"De Anquín y Astrada son las más altas cumbres que ha alcanzado el pensamiento filosófico del país y frente a los cuales nuestros filósofos tradicionales son sólo divulgadores, aunque algunos como Korn, hayan llegado a altos niveles, pero al margen de aportes originales del país. Este juicio no es una estimación ideológica por cuanto los dos filósofos pertenecen a escuelas en absoluta divergencia; pero el aparato cultural se ha cuidado bien de no jerarquizarlos, circunstancia a la que no es extraño tal vez, su condición de mediterráneos, que posiblemente contribuyó a la originalidad de sus aportes". (JAURETCHE, 2008, 120).
Es que los cruces entre ambos pensadores no son pocos, en cercanías y distancias, pero siempre dentro de un mismo esfuerzo por filosofar por, para y desde el ser americano. Recodemos que ambos viajaron a Alemania con una misma beca de estudios, que ambos conocieron de primera mano a los pensadores más representativos de la filosofía alemana de la primera mitad del siglo XX: Heidegger, Husserl, Scheler, entre otros, y que ambos, tiempo después, tuvieron un rol protagónico en la universidad durante los dos primeros gobiernos peronistas. En este sentido, el peronismo los vuelve a encontrar del mismo lado: Anquín en la Facultad de Filosofía de Córdoba, en la que enseñó y de la que fue vicedecano hasta 1955; Astrada en la Facultad de Filosofía de la UBA, en la que también enseñó hasta 1955 (PEDANO, 2019).
Resulta relevante destacar que el 12 de septiembre de 1947, mediante Ley 13.014, es creada la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, en el marco de una expansión institucional de los estudios filosóficos impulsada por el peronismo. Casa de estudios en la que Anquín desarrolló sus principales investigaciones y desde la cual impulsó la publicación de la Revista "Arkhé".
Sumado a esto, es importante recordar que en el marco de la política universitaria del peronismo, el Gobierno de la Provincia de Córdoba en 1952 donó a la Fundación Eva Perón, 70 hectáreas de un gran terreno ubicado en la ciudad de Córdoba capital, donde comenzó a construirse la "Ciudad Universitaria Estudiantil Presidente Perón" con sus característicos pabellones. La Ciudad Universitaria actual, hoy epicentro histórico-social-cultural-científico y político de la Universidad Nacional de Córdoba, fue una creación de las políticas universitarias del gobierno peronista (PEDANO, 2012). Anquín fue parte activa de todo el proceso de crecimiento de la Universidad pública durante el peronismo y, en particular, de los estudios filosóficos.
Con la expulsión de ambos de sus cátedras universitarias, las autoridades de la "Revolución Libertadora" cometen uno de los actos más injustos de la historia de la filosofía argentina. En una carta que Anquín le escribió a Fermín Chávez, aquél le manifestó a propósito de Astrada:
"La nota común es nuestra pasión por la tierra donde hemos nacido y en cuyas entrañas se hunden las raíces de nuestra sangre. En cuanto a las diferencias, Ud. las conocerá lo suficientemente, para que yo tenga necesidad de indicárselas. Pero acaso no sean tantas como se puede creer, sobre todo en estos momentos en que los argentinos debemos jugarnos el todo por el todo" (citado en CHÁVEZ, 1995).
Asimismo, el Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza de 1949, los tuvo a ambos como protagonistas de dos corrientes de pensamiento filosófico distintas -existencialismo en el caso de Astrada y el tomismo en el caso de Anquín- que dieron relevancia teórica a uno de los eventos académicos más importantes de la historia del país (BUELA, 2019).
Un año después, en 1950, Anquín recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad "Johannes Gutemberg" de Maguncia, Alemania, en reconocimiento a su ya consolidada trayectoria académica en filosofía. Astrada no tuvo un reconocimiento de esta naturaleza por una universidad europea, aún cuando fue el único filósofo argentino que conversó personalmente con Mao (ASTRADA, 1965).
Buela (2019) sostiene que el pensamiento de Anquín ha sido dejado de lado en comparación con lo sucedido con Carlos Astrada y que, si no tenemos presente el pensamiento filosófico de ambos, es imposible entender el derrotero seguido por la llamada "Filosofía de la Liberación" en las décadas posteriores:
"El secreto mejor guardado de la filosofía argentina es el que han realizado los pseudos filósofos de la autodenominada filosofía de la liberación cuando se autotitulan discípulos de Carlos Astrada (marxista-maoísta) y borran la influencia de Nimio de Anquín, por considerarlo nipo-nazi-facho-falanjo- peronista" (BUELA, 2019, on line).
El origen de esta disyuntiva nos remonta hasta el Congreso Nacional de Filosofía de 1949 en el que se "jugó el destino del pensamiento y la inteligencia argentinas" (BUELA, 2019).
"Mito y política" (1955): primera parte
"Mito y política" es un ensayo escrito durante los años 1955 y 1956 en el contexto del golpe de Estado contra el gobierno de Juan Domingo Perón y dedicado a la memoria de dos ilustres co-provincianos del autor: Leopoldo Lugones y el Teniente Coronel Oscar L. Cogorno "caído gloriosamente por el bien común de la patria".[ii] Con esta dedicatoria queda ya clara la postura política asumida por Anquín en relación a la autodenominada "Revolución Libertadora" que será materia de análisis.
La concepción política que expone en dicha obra es, en palabras del propio autor, "organicista y anti-mítica". Por ello, la correcta intelección del texto gira sobre estos dos conceptos claves:
"El sistema político que propiciamos en nuestro opúsculo procede de la concepción clásica y en cuanto tal es organicista. Su subsistencia está asegurada en la naturaleza misma del hombre occidental, que no puede cambiar porque está ligada a su ser mismo [...]. Ahora bien, la aplicación de las formas políticas clásicas a la realidad americana no puede hacerse 'sic et simpliciter' o sea sin modificación alguna. Lo que el hombre americano tiene de hombre occidental -en sentido cultural, no topológico-, es lo único que hace factible el uso instrumental de aquellas formas clásicas. La gran amenaza que se cierne sobre lo clásico es el mito porque éste es tenebroso, monstruoso y cruel [...]. Nosotros estamos por las instituciones del hombre natural y contra las de hombre mítico. Estamos por la cultura, contra la barbarie" (ANQUÍN, 1972, 16).
La aplicación de la teoría política clásica no puede realizarse de manera mecánica porque nuestra condición de americanos introduce, necesariamente, cambios y modificaciones. En este caso, la teoría política clásica se combinó -en la segunda parte de la obra- con la dialéctica hegeliana para el análisis histórico político de nuestro país. Entendemos que la importancia y la profundidad de este ejercicio amerita la incorporación de Anquín en el panteón de los pensadores nacionales.
En la primera parte de la obra estableció los principios generales y rectores, que el filósofo enumeró en una serie concatenada de principios o axiomas: "Todo régimen político se corrompe", "Creer que hay formas incorruptibles es mitología", "La transformación de los sistemas políticos en mitos crea la superstición y el fanatismo", "Todo estado mítico es totalitario", brindando en el cierre una definición de "nacionalismo": "El nacionalismo es la concepción política que propicia el encaminamiento de la nación a la consecución del Bien Común por el orden y la unidad, religados en la autoridad" (ANQUÍN, 1972, 28).
Claramente, esta primera parte se desarrolla en el marco de un fuerte debate que apunta a criticar duramente los fundamentos de la democracia liberal y de la democracia cristiana inclusive, así como desligar al nacionalismo del totalitarismo de Estado. Estableciendo, asimismo, que las formas políticas (autocracia, aristocracia o democracia) son instrumentales y no pueden suplantar al hombre como eje del Bien Común, a riesgo de convertirse en "mitos". Inclusive, la "libertad" no puede ser considerada un fin en sí mismo, sino que siempre debe tener un carácter instrumental:
"La libertad es formalmente instrumental, no tiene un fin por sí. En el orden teológico es instrumento para merecer la beatitud y para servir a Dios; en el orden moral es instrumento para practicar el bien consigo mismo y con el prójimo; en el orden político es instrumento para realizar el bien común a través del Estado. La libertad que no es instrumento para algo, es monstruo mitológico" (ANQUÍN, 1972, 24).
Pero Anquín no sólo cuestiona los principios característicos de los liberales, sino que también advierte sobre el error de querer resucitar constituciones fenecidas:
"Claro está que tampoco se pueden resucitar instituciones fenecidas, ni las Constituciones de otras épocas. Intentar hacerlo es una actitud contra natura. Todo Constitución, como obra humana, está sujeta necesariamente a caducidad (a corrupción), y nada, ni nadie, puede instituirla en una forma eterna. Resucitar una Constitución es una tarea tan macabra como inútil, propia de la mentalidad mitolátrica, retrógrada y anti-histórica" (ANQUÍN, 1972, 28).
Aún cuando el autor desarrolla en esta primera parte sólo los principios rectores, es clara la alusión crítica a la reinstauración de la Constitución liberal de 1853 por parte de los golpistas de 1955. Esta mentalidad "mitolátrica", "retrógrada" y "antihistórica", también es la que transformó al adversario interno ("inimicus) en enemigo extranjero ("hostis") porque dividió a los argentinos en "réprobos" (peronistas) y "justos" (no peronistas, anti-peronistas). Y con esta caracterización, Anquín comienza a aplicar, en el marco de una filosofía política "organicista" y "antimítica" -o sea, antiliberal y antitotalitaria-, la lucha dialéctica al análisis de la autodenominada "Revolución Libertadora". Ya entramos en la segunda parte de nuestra obra en análisis.
"Mito y política" (1955): segunda parte
Después de la segunda Guerra Mundial el mundo entró en una nueva época de su historia y una de sus transformaciones fundamentales fue la desaparición de la hegemonía inglesa y la aparición de la hegemonía "yankee":
"Sólo algún cipayo trasnochado puede pensar aún que sea factible el sueño de Julio Roca (h), de que Argentina llegue a ser colonia británica: Inglaterra es una gran potencia agonizante. El cetro de la hegemonía mundial, por lo menos en relación a América, ha pasado a U.S.A. que lo detenta con manos muy firmes" (ANQUÍN, 1972, 32).
Con ello adquirió plena vigencia la doctrina "Monroe" de "América para los americanos" que, como hecho consumado, se expresó institucionalmente en la OEA, es decir, políticamente América fue una unidad espacial concretada mediante el "monroísmo":
"La unidad geopolítica de América esta lograda y su fórmula podría ser: 'tres en una', o sea 'las tres Américas en Norteamérica'. Lo que no está logrado es la unidad espiritual, porque la América Sudcéntrica es cristiano-católica, mientras que la del Norte es protestante-calvinista: el cristianismo no es un denominador común de las tres Américas. La unidad fundamental religiosa de las Américas no se logrará nunca, porque si Norteamérica fuese cristiana perdería su fuerza material, pues cristianismo y poder material son contradictorios. El cristianismo es una religión de pobres y humildes, que ponen su fe y esperanza no en poderes intramundanos, sino en un Dios trascendente que es 'ágape' [...]. El catolicismo yanqui es un cristianismo de ricos y poderosos, sostenido por poderes intramundanos; es una religión opípara y tecnificada y por ello no me parece muy conciliable con el cristianismo" (ANQUÍN, 1972, 33).
A partir de esta dicotomía entre la América cristiano-católica y la América protestante-calvinista, Anquín sostuvo que una reactualización permanente del cristianismo Sudcentroamericano equivale a un alejamiento del espíritu calvinista y, consecutivamente, a una mayor posibilidad de garantizar una independencia política. Esto es, el cristianismo era la principal herramienta espiritual para combatir a la Doctrina Monroe:
"La actualización del catolicismo, o sea, su aparición como entelequia realmente operante en cuanto fuerza real efectiva, depende del acendramiento de su cristianismo. La mayor actuación del cristianismo equivaldría a un alejamiento mayor del espíritu protestante calvinista, y consecutivamente, a una mayor posibilidad de independencia política. Todo lo contrario se deduce del laicismo que ofrece al imperialismo un conciencia desolada (la conciencia desdichada pasiva), propicia a la conquista por sumisión espiritual. Cualesquiera sean los defectos del catolicismo argentino, nos preserva de una total absorción norteamericana y deja la posibilidad de una comunicación vital con Europa, pues en Europa está el catolicismo; y además de un mantenimiento de la conciencia de soberanía política, precioso tesoro que no debemos permitir que sucumba" (ANQUÍN, 1972, 34).
Ante el hecho consumado de la unificación geopolítica de América bajo la hegemonía aplastante del puño yanqui, el catolicismo es la herramienta que nos permite mantener la independencia espiritual y la conciencia de soberanía. Toda forma de laicismo no es más que un elemento propicio para la conquista por sumisión espiritual (ANQUIÍN, 1972).
Norteamérica no es una democracia, sino una plutocracia: un dominio de ricos que busca instalar la "Prosperity" en toda América, es decir, intenta explotar al resto de los americanos, convirtiendo a sus pueblos en conciencias desdichadas pasivas, caracterizadas por el dolor que causa la impotencia de no poder vencer al Dominio (ANQUÍN, 1972). Esta impotencia, según Anquín, puede expresarse en dos formas distintas: la Resignación o la Desesperación:
"La Impotencia puede llegar a la Resignación, la que significa el anonadamiento de la conciencia desdichada; o a la Desesperación, por donde se llega a la Revolución. La Resignación y la Revolución son los signos de la América estancada y explotada. Pero la Revolución Sudcentroamericana no es contra el Dominio, que es el motor de todo, incontrastable y temido, sino contra la propia y dolorosa desdicha (guerra civil); no es una revolución hacia afuera, sino dentro de sí misma (no puede ser hacia afuera porque el Dominio la controla y la dirige). Por ello toda Revolución sudcentromericana resulta contra la propia revolución y a favor del Dominio cualquiera sea el desenlace" (ANQUÍN, 1972, 35).
Anquín desarrolló, durante el mismo momento en que estaba ocurriendo, la caracterización geopolítica de la autodenominada "Revolución Libertadora": guerra civil controlada y dirigida por Norteamérica. Es la dialéctica hegeliana del señor y del siervo, utilizada para el análisis político de la relación entre Norteamérica y Sudcentroamérica:
"Argentina, que aún no está mediatizada, pero que ha entrado en la etapa de la revolución autodestructora por donde puede llegar al anonadamiento de la impotencia, tiene aún tiempo para reaccionar. Por las reservas que aún le quedan puede evitar caer en la dialéctica cerrada del señor y del siervo y tratar de desarrollar la conciencia desdichada activa, para lograr algún día no sólo para sí sino para toda Sudcentroamérica, la conciencia dichosa" (ANQUÍN, 1972, 36).
A esta revolución autodestructora habrá que oponer una "resistencia" que deje de ser una guerra civil y se convierta en una "guerra hostil" contra el dominio imperialista en sus diferentes versiones.
Hernández Arregui y Nimio de Anquín: el ajuste de cuentas
La implementación de las herramientas provenientes de la dialéctica hegeliana para el análisis de la situación política de América y el mundo, obliga a matizar profundamente las observaciones realizadas a propósito del nacionalismo argentino por Hernández Arregui en un ensayo contemporáneo a "Mito y política", titulado "Imperialismo y cultura" (2005), publicado por primera vez en 1957 y elaborado según las propias palabras del autor, poco después del golpe militar contra Juan Domingo Perón.
En esta obra, desde una óptica abiertamente marxista, Arregui ajusta cuentas históricas con las tendencias nacionalista católica y liberal a las que considera facciones de la burguesía capitalista. Pero el punto de contraste central se encuentra en la definición de nacionalismo que elaboró Arregui:
"En los países dependientes, el surgimiento del nacionalismo responde a causas distintas. En la Argentina el nacionalismo muestra rasgos individualizadores y cumple una misión histórica compleja, estos rasgos pueden resumirse así: 1°) Es un movimiento antiliberal que apoya su crítica en la tradicional posición antimodernista de la Iglesia y en las encíclicas papales. 2°) Es aristocrático e hispanista. 3°) Es antibritánico, al menos en sus orígenes. 4°) Es antimarxista, y ésta es, en última instancia, su razón de ser" (HERNÁNDEZ ARREGUI, 2005, 27).
El marxismo constituyó el pedestal a partir del cual Arregui realizó su aporte al campo del pensamiento nacional, remarcando los "límites de clase" del nacionalismo tradicional a los que pretendió superar. Poniendo las cosas en perspectiva, resulta relevante destacar que, en la década del 30, cuando Anquín lideró por unos años el Partido Fascista Argentino, Arregui militaba en la Unión Cívica Radical -lejos de su posterior marxismo- y que este ajuste de cuentas llega un poco tarde: se realizó unos 20 años después cuando los rasgos característicos del nacionalismo antes señalados fueron corridos de eje por el propio Anquín y cuando Arregui ya había adoptado una postura abiertamente marxista.
Al introducir la dialéctica hegeliana Anquín formuló una respuesta anticipada a la crítica marxista, complejizando el análisis filosófico. El más eximio tomista argentino también manejó las armas de la dialéctica, proveyendo al nacionalismo filosófico argentino de una potencia comprensiva propia, auténtica y americana. El nacionalismo argentino ya no fué sólo antibritánico, se convirtió en antiimperialista (yanqui y comunista), ya no fué sólo antiliberal por eclesiástico y antimodernista, también lo fue por católico - hegeliano. Es más, con Anquín el nacionalismo se tornó "antimítico", es decir, "antiliberal" y "antitotalitario", debatiendo contra el liberalismo y el marxismo en un mismo movimiento y, por ello, no tuvo en su "antimarxismo" su última razón de ser: fue antimarxista porque fue consecuentemente antiimperialista. Y, por ello mismo, cristiano católico:
"Repetimos que la unidad espacial y política de las Américas es ya un hecho: no hay más poder en ellas que el del Dominio. Pero se debe y se puede salvar el Espíritu, vigorizando la conciencia desdichada. A la arreligión de la Plutocracia, y a la religión negativa, del aquende, del Comunismo, los pueblos Sudcentroamericanos no tienen otra religión eficaz que oponerles que el Cristianismo, que es mesiánico, salvífico, no irracional y del allende (ANQUÍN, 1972, 41).
Cabe en este punto de nuestra reflexión formular un interrogante: ¿habrá que retomar al nacionalismo argentino en el punto filosófico de maduración en el que lo dejó Nimio de Anquín, desprovistos ya de la óptica marxista? Fue el propio Fermín Chávez el que avanzó en este camino décadas atrás, al reubicar al filósofo cordobés entre los pensadores nacionales. Este texto continúa, humildemente al menos, en esa línea.
Colaboración especial para el Centro de Estudios "Hernández Arregui"
Bibliografía
ASTRADA, C. (1965): Convivencia con Mao Tse Tung en el diálogo, Capricornio, Revista de literatura, arte y actualidades, Año I, N° 3, 37-45.
BUELA, A. (2019): A 70 años, algunos momentos de la Filosofía en Argentina, https://dossiergeopolitico.com/2019/02/27/a-70-anos-algunos-momentos-de-la-filosofia-en-argentina-x-alberto-buela/ - última consulta: 13/11/19.
CHAVEZ, F. (1995): Actualidad de Nimio de Anquín, Hechos e Ideas, Bs. As., Año XXIII, N° 23/24, p. 163-164.
DE ANQUÍN, N. (1972): Escritos Políticos, Ed. Instituto Leopoldo Lugones, Santa Fe.
DUGIN, A. (2019): Logos argentino: la metafísica de la Cruz del Sur, Ed. Nomos, Bs. As.
HERNÁNDEZ ARREGUI, J. J. (2004): La formación de la conciencia nacional, Peña Lillo, Bs. As.
(2005): Imperialismo y cultura, Peña Lillo, Bs. As.
JAURECTHE, A. (2008): Los profetas del odio y la yapa, Ed. Corregidor, Bs. As.
PEDANO, G. (2012): Hacia los 400 años de la Universidad Nacional de Córdoba: el caso de la Ciudad Universitaria Estudiantil Presidente Perón, disponible en: https://hernandezarregui.blogspot.com/2012/07/hacia-los-400-anos-de-la-universidad.html - última consulta: 11/11/19.
(2019): Carlos Astrada: filosofía, peronismo y política, Cuaderno de Trabajo n° 23 del Centro de Estudios "Hernández Arregui", disponible en: https://hernandezarregui.blogspot.com/2019/10/carlos-astrada-filosofia-peronismo-y.html - última consulta: 12/11/19.
[i] Doctor en Cs. Antropológicas y Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba. Docente. Artículo elaborado para el Centro de Estudios "Hernández Arregui". Bell Ville, Córdoba, Argentina, 18 de noviembre de 2019. Contacto: mail@gonzalopedano.com
[ii] Cogorno integró el Movimiento de Recuperación Nacional liderado por el General de División Juan José Valle y participó de la fallida "Revolución del 9 de Junio" en 1956, siendo fusilado en el Regimiento 7 de la ciudad de La Plata.