Participación ciudadana y políticas públicas

25.08.2021

El pasado 17 de agosto, Bell Ville cumplió 113 años desde que fuera declarada ciudad por Ley provincial n° 2000, en el año 1908. Desde aquel entonces el desafío de organizar, planificar y desarrollar la ciudad sigue vigente hasta hoy.

No es posible afrontar con éxito los desafíos del futuro con las instituciones y modelos que heredamos del pasado. Es decir, necesariamente debemos introducir cambios y transformaciones que faciliten las adaptaciones para hacer efectivas y reales las soluciones. Lo fundamental entonces es determinar cuáles son esos cambios y transformaciones urgentes y necesarias.

Una de las características del modelo actual de gestión municipal en Bell Ville es la NO incorporación de la participación ciudadana en la planificación, desarrollo y ejecución de políticas públicas. La participación es el proceso por el cual los ciudadanos intervienen de manera activa y orgánica en la elaboración, planificación y gestión de las políticas públicas, generando un vínculo entre la sociedad civil y el Estado, entre las organizaciones libres del pueblo y el gobierno. La sociedad debe ser considerada no sólo la primera destinataria de toda política pública, sino también la partícipe necesaria en el diseño, gestión y evaluación de la misma (GRAGLIA, 2019).

Una de las características del modelo actual de gestión municipal en Bell Ville es la NO incorporación de la participación ciudadana en la planificación, desarrollo y ejecución de políticas públicas

Lamentablemente, en nuestra comunidad esa participación necesaria no existe. Nuestra Carta Orgánica dispone -solo formalmente- tres espacios institucionales básicos de participación ciudadana: el Consejo Asesor, el Consejo de la Mujer y el Consejo de la Juventud. También se crearon por Ordenanzas el Consejo de la Discapacidad y el Consejo Deliberante Estudiantil. Actualmente ninguno de estos espacios está en funcionamiento.

Pero existe otro aspecto más para destacar. Recientemente propusimos la actualización del Consejo de la Mujer, mediante un proyecto de Ordenanza presentado al afecto, a partir de la consulta y construcción colectiva con jóvenes profesionales de la ciudad y referentes de distintas organizaciones sociales. La respuesta no sólo fue negativa, sino que también dejó establecida con claridad la opinión de los funcionarios municipales con respecto a este tipo de espacios institucionales: no son necesarios, según ellos. En el actual modelo de gestión municipal, la participación ciudadana no es ni necesaria ni vinculante.

En este sentido, el problema es de fondo y requiere de un cambio de paradigma en la gestión municipal que oriente su acción en base a las siguientes definiciones:

-la participación ciudadana no significa delegar responsabilidades que son del Estado, implica que la comunidad se haga cargo de sí misma, es decir, que sea soberana.

-las experiencias de participación implican un aprendizaje social y colectivo, tienen un carácter eminentemente pedagógico.

-el desafío es integrar estructuralmente la participación ciudadana en el diseño y ejecución de las políticas públicas locales.

-todo el proceso de participación tiene que estar orientado a convertir un cúmulo de individualidades, en una comunidad organizada.

Una de las experiencias más difundidas y aplicadas en diferentes ciudades del mundo es el Presupuesto Participativo Municipal, esto es, una herramienta que permite a la ciudadanía incidir y tomar decisiones referidas a el uso y destino de los recursos públicos locales, mediante un proceso de diálogo orientado a consensuar prioridades a resolver.

El cambio de paradigma que necesitamos para avanzar hacia la ciudad futura que queremos, comenzaría con la instrumentación de una iniciativa de este tipo, además de la puesta en funcionamiento de los Consejos creados por la Carta Orgánica. Pero esto sería solo el comienzo del proceso.

Las políticas públicas propias de un municipio moderno exigen la participación de los actores provenientes de los sectores privados, sociales, culturales y ciudadanos en general, además de los tradicionales actores del sector estatal. Y esta definición no es solo una cuestión teórica, sino una requisitoria eminentemente práctica.

El cambio de paradigma que necesitamos para avanzar hacia la ciudad futura que queremos, comenzaría con la instrumentación de una iniciativa de este tipo, además de la puesta en funcionamiento de los Consejos creados por la Carta Orgánica. Pero esto sería solo el comienzo del proceso

En este aspecto, nuestra ciudad ha quedado lamentablemente a la zaga de otras ciudades que desde hace años implementan proyectos de estas características. Resolver esta contradicción es central para avanzar hacia una ciudad moderna, inclusiva e igualitaria.